Crisis económica en Grecia, ¿efecto neoliberal?
El pasado 30 de junio, el Gobierno de Grecia declaró su imposibilidad de pagar el vencimiento de 1, 600 millones de Euros, situación que lo colocó en mora con sus acreedores europeos.
Con motivo del recrudecimiento de la crisis económica en Grecia, se hace útil el volver a entrar al debate del modelo de desarrollo económico y del sistema económico capitalista; Grecia es la nueva experiencia de quiebra financiera ocurrida en el mundo, ya que tras la realización de los Juegos Olímpicos en el año 2004, en los que gastaron 9,000 millones de euros, no les ha sido posible volver a un equilibrio económico.
En este escenario, como también ha sucedido en años anteriores en otros como Irlanda, España, Italia, etcétera, por mencionar algunos, es oportuno considerar varios aspectos: se requiere hacer una necesaria distinción entre lo que es la economía de la sociedad y las finanzas públicas de su gobierno; considerar la relación –estrecha y simbiótica- entre la economía y las finanzas del gobierno; así como los efectos críticos que tienen estas dos instituciones entre sí.
Considero que es frecuente confundir las dos instituciones, particularmente cuando los medios de comunicación difunden las informaciones: escuchamos hablar de la crisis griega entendiendo por ella la crisis de su economía, lo cual no es del todo exacto. De ahí la necesidad de volver a plantear la necesaria diferencia.
Lo que hemos conocido en los escenarios anteriores, como lo estamos viendo ahora en Grecia, es que la crisis se genera –por lo general-, cuando el gobierno de un país no puede cumplir con el pago de las deudas que tiene contraídas con su programa de pagos. Este punto es un gran debate, por todos los lados que lo veamos, ya que tanto participan en la responsabilidad de la crisis los gobiernos que contraen irracionalmente los créditos, como los bancos que, también irracionalmente, conceden préstamos a gobiernos que tienen una solvencia dudosa.
Sin embargo, también por lo general, son los gobiernos los que empujan a empresarios privados para que ganen y se comprometan con la realización de eventos internacionales, ya que éstos son considerados como las grandes oportunidades de negocio y desarrollo. De esta manera, en los eventos deportivos como el fútbol y las olimpíadas, por ejemplo, los empresarios aceptan –cuando ganan la sede- el compromiso a sabiendas de que tienen tras de sí igualmente el compromiso de los gobiernos para contribuir financieramente a la preparación y construcción de instalaciones, y para la realización del magno evento deportivo.
En este punto es oportuno detenernos para reflexionar sobre una pregunta, ¿por qué unos países libran los endeudamientos comprometidos, sin que les causen mayor trastorno, y otros países no, como ahora es el caso de Grecia? Para explorar un poco la respuesta, es pertinente también introducir en la discusión otro punto necesario: no todos los países que han pasado por la crisis económica, ésta ha sido consecuencia de la realización de un evento de este tipo.
La diferencia entre la economía de una sociedad y las finanzas de un gobierno nos llevan a señalar lo siguiente: los recursos que utilizan los gobiernos son proporcionados por la economía de la sociedad. El hecho contundente es que una economía, bajo los aciertos y deficiencias que tenga, tiene una determinada capacidad de contribución tributaria al gobierno; si el gobierno, responsablemente, se administra teniendo en cuenta esta capacidad financiera, procederá a llevar a cabo su función de gobernar la sociedad –incluyendo la protección a los segmentos poblacionales vulnerables- con equilibrio financiero. En este panorama, el gobierno se atendrá a la posibilidad que la economía de la sociedad le proporciona, sin lastimarla o perjudicarla. Sin embargo, si el gobierno se sale de este esquema y recurre a la contratación de créditos para ampliar su capacidad administrativa de programas, entonces, impulsará el camino del inalcanzable endeudamiento vicioso, que consiste en contratar más deuda para poder pagar los vencimientos de otros créditos adquiridos con anterioridad.
El punto central lo podemos exponer de esta manera: el gobierno no puede gastar más de lo que tiene como ingresos. Es un planteamiento discutible que requiere de mayor estudio para poder abarcar todas sus implicaciones, ya que cuando se trata de la solidaridad con los grupos vulnerables de la sociedad, pareciera no importar nada más a determinados políticos que el dar satisfacción gratuita a esas necesidades –al no encontrar otras alternativas-; un recurso en este plano ha sido señalar tanto al modelo de desarrollo como al mismo sistema capitalista, como imposibilitadores de una buena acción de gobierno.
Entramos, por lo tanto, al terreno de la economía de la sociedad, ya que es ella la que, con su actividad, aporta los recursos con que opera el gobierno sus programas. Lo que también observamos es que cuando ocurre la quiebra financiera de un gobierno, su primer recurso es aumentar impuestos y suprimir gastos, por un lado, y, por el otro, con estas medidas transferir su crisis financiera a la economía de la sociedad, para así, convertir su propia crisis, en crisis económica de la sociedad, por todos los efectos negativos que genera.
¿Cómo lograr el ejercicio de gobierno con equilibrio financiero? ¿Cómo atender responsablemente a los sectores de población en pobreza y en vulnerabilidad, sin perder el equilibrio financiero? La alternativa se ve sencilla, aunque políticamente complicada: impulsar el crecimiento de la economía y lograr una mejor distribución de la riqueza.
Para ello es fundamental recuperar el sentido original de la economía en la sociedad, que se explica de manera simple: producir los bienes que la sociedad requiere para realizar su existencia. Encontramos dos elementos base de este sentido social: uno es que lo prioritario es el logro de la calidad de vida para toda la población, y el otro es que la ganancia o utilidad de la actividad económica debe subordinarse al primer elemento.
Preguntas clave:
• Quién contrata los créditos.
• Quién paga los vencimientos.
• Por qué la austeridad.
• Por qué la suspensión del servicio bancario.
• Por qué ‘el corralito’
• Por qué se devalúa todavía más el peso.
De Política Una Opinión: Abelardo Reyes